martes, 27 de diciembre de 2011

POESÍA Y MEMORIA. PARTE II.



Anamnesis: palabra y memoria.

La palabra germina en la matriz de la memoria, y es gracias a la palabra que se activa el proceso evocador: arrastra larvas de la experiencia fugitiva, convocando los espectros anteriores. La palabra es esencialmente simbólica, fragmento que aspira a completarse con la fusión de la realidad vivida: revive, recrea lo ya vivido, aunque cubierto ahora de una pátina de extrañeza, por la distancia que impone el propio devenir, por el alejamiento que provoca la conciencia.

Ejercicio: Escoja uno de sus poemas y subraye en él aquellas palabras que le transportaron a hechos o sentimientos evocados.

La palabra guarda con la experiencia una cercanía de la que carece el concepto, que es, a lo más, palabra descarnada, esqueleto de experiencia que no remite a nada concreto. El concepto no es vida cristalizada sino cuenco que nada contiene en su interior, huero saco de vientos. Es fruto, sí, de la avaricia de la palabra, de su avidez por nombrar, mera formalidad agigantada del proceso evocador. De ahí que se incline hacia lo no real, lo puramente desmaterial­iza­do y exangüe. Su demasía le lleva a pretender ser continente de todo, y, a la postre, de nada. De poco nos sirve el concepto en la dramaturgia de la evocación, ninguna sombra del pasado puede convocarse con su ayuda. Es, a lo más, palabra hinchada y fatua que da paso a lo irreal [1], lo imaginario. Cuando emplazamos el pasado, la palabra nos sirve de guía; decimos: casa, pero no la casa ideal, abstracta, sino la casa aquella vivida, sujeta a las coordenad­as de la experiencia; casa que huele a humedad, cuyas paredes encaladas aun podemos acariciar en el recuerdo. Los conceptos, sin embargo, dan frío, y también miedo, apartados como se hallan en su hiperurano inmóvil. Sólo la razón, el logos desprendido de sus adherencias vitales puede pensar objetos como esos. El cuerpo, cuando piensa, recuerda; y lo hace con palabras vivas. Es otro el cometido de los conceptos: cuando lo abstracto se impone, lo concreto se disipa. El viejo Parménides nos colocó frente al dilema de escoger entre experiencia y razón, opinión y verdad. Son demasiad­as las razones de la razón para tener la razón.

Para la discusión: ¿En qué medida interviene o debe utilizarse la razón en la Poesía? ¿Cuánto de emoción y de razón hay en sus poemas? ¿Qué debo hacer con los conceptos en mi producción poética?

La palabra es símbolo, arrastra en su estela alguna porción de realidad, fusiona lo presente con alguna pizca de pasado, a la vez que sondea el devenir. Sintética, no analítica; no crea, recrea. Tal vez cuando sale de los labios divinos posea capacidad ontogénica, no así de los nuestros. Es metafórica: siempre encaminándose hacia otra parte sin abandonar el sitio donde ahora se encuentra: "Sólo el poeta sabe / mirar lo que está lejos"; lo distante, lo que a lo lejos rutila y se aproxima. La palabra se abandona a un movimiento que aboca a un horizonte huidizo, inapresable, a una incesante imagen que se escapa. Jamás se halla vacía, no es mero continente, sino naturaleza com­pacta, densa, carnal, y transcen­dente. En ocasiones llega a ser comestible, dejándonos al pronunciarla un regusto a fruta nueva y fresca: a paraíso perdido que, generoso, regresa. El poeta es "un hombre que se contenta con palabras" [2]; cuanto le rodea (y él mismo también) no es más que palabra embozada; se gusta en tocarla, acariciarla, saborear­la..., la acerca a su alma y aspira su rumor dulce y áspero. Atiende a lo lejano, a lo todavía inalcan­zable que se pone al acecho de la voz. El dinamismo de la palabra es remedo de la versatilidad del ser. Si la verdad que am­bicionamos es viva no nos será posible capturarla mas que con palabras también vivas. Cuando quedan liberadas de su uso ordinario y presentadas en disposición imprevista, aleándose con otras, las palabras se inflaman, iluminando una región oscurecida de lo real que emerge de su tiniebla para ocupar su lugar junto a nosotros, en la heredad del hombre. Es su capacidad desveladora la que nos hace posible el acceso al hondón del ser. "Algo -afirma René Menard- estaba allí, disimulado en nosotros, que unas palabras desvelan, algo que aparece, desaparece, reaparece, nos provoca, nos mide, nos juzga, anula nuestras categorías, nos niega y nos crea una nueva intensidad de ser, abre una especie de paso vertiginoso hacia un hogar de unidad presente en el trasfondo de nuestra especie" [3].

Para la lectura: “Creaturas míasde María Angélica Bustos, Desde mi Azul Silencio, 2011, Ediciones ALIRE.

Es tarea del poeta esforzarse por lograr que la palabra se libere del uso ordinario que la petrifica; conseguir que se quiebre y muestre la gema que esconde en su interior, como la doncella encantada de los cuentos que despierta por el beso. Cómo hacer para que desvele su brasa originaria, su enorme capacidad semántica, esa avidez suya de referirse a todo: en eso y no en otra cosa reside el oficio de poeta. Para alcanzarlo se precisa que acierte a quebrarla y así acceder a su palpitante corazón. Al igual que del choque del pedernal nace el destello de la luz que guarda, así, en la metáfora, en el contundente encuentro de la palabra con la palabra, es que puede desvelarse su escondido fuego.

Escriba unos versos en que utilice una o más de las siguientes palabras, abriendo su interpretación a algo más que el significado concreto que poseen:
poeta
palabra
petrificado – petrificada
gema
doncella – joven – virgen – soltera – moza
despierta – despierto – despertar
beso – besar
brasa
oficio – trabajo
quebrar – quebradizo
corazón
pedernal – piedra
luz
desvelar – develar – revelar
fuego – fogata
Notas:
[1] Enrique Pajón, El ser y el hombre.
[2] Nikos Kazantzakis, Alexis Zorba.
[3] René Menard, La experiencia poética.

martes, 22 de noviembre de 2011

POESÍA Y MEMORIA - PARTE I.

"La Memoria", Magritte
Introducción al Taller: En esta oportunidad utilizaremos una técnica de análisis del texto, consistente en hacer sucesivas detenciones en su lectura, con el propósito de enfrentar nuestras propias creaciones. El objetivo es hacer una reflexión y autoanálisis de nuestras posiciones frente a la Literatura y enriquecer, como también estimular, el trabajo creativo.

Miguel Florián Rábanos González
IES ‘Murillo’, Sevilla

Reconocer que se es efímero y poderlo decir
era la única forma humana de inmortalidad.
Emilio Lledó

El hombre es un animal que recuerda en exceso, aseguró Nietzsche (quien, paradójicamente, profetizara la desmesura del eterno retorno de lo idéntico). La memoria, si se agiganta, nos detiene en el pasado, disipándose el porvenir hasta reducirse a un simulacro de lo vivido. La hipertrofia del recuerdo conduce al entumeci¬miento, a una quietud que aproxima el alma a la estolidez de la piedra. La evocación fiel y precisa amenaza el libre desenvolvimiento del devenir. Pero si ese exceso de memoria parece resultar nocivo lo es asimismo su defecto. Mejor aproximarse al fiel (el mesótes aristotélico) que posibilita la virtud; porque el hombre se constituye de olvido, y de recuerdo; ambos en él se com¬plementan, negándose el primero si el segundo desaparece.

Primera Detención: ¿Qué opina usted acerca de esta afirmación?: “el hombre se constituye de olvido, y de recuerdo” ¿De qué modo se transmite esto en su poesía?

La facultad de almacenar información no sólo es humana. Cuanto existe, existe justamente, porque recuerda. El astro que, monótono, se sostiene (¿por qué?) en su órbita, las partículas imperceptibles que armoniosamente se ordenan en el cristal; todo parece someterse a un principio de estructuración asentado en la repetición. El zigoto porta ya, ínsito, toda la información oportuna para el desarrollo espacioso de unas estructuras innatas que, al desplegarse, formarán el animal adulto. La mor¬fogénesis humana se somete a un proceso similar. Es sorpren¬dente -y terrible- darse cuenta cómo en la naturaleza se dispersan principios organizativos, principios germinales (los spermata de Anaxágoras, los eîdos platónicos) que, a modo de moldes intangibles imponen orden y forma a la materia lábil. Con el paso de los siglos, el platonis¬mo no ha perdido un ápice de fascinación, tal vez haya aumentado; continúa siendo para nosotros un pensamiento dotado de una belleza seductora y, por ello, verdadera. En el Timeo, Platón nos refiere, magistral y misteriosamente, cómo la materia amorfa (chóra), -caótica, tumultuosa como la Tiamat babilónica- puede, sin embargo, lograr la forma que la alce hasta el ámbito de los seres organizados.

Segunda Detención: ¿De qué modo se expresan los “principios organizativos y principios germinales” en su producción literaria?

Los humanos nos encontramos trabados en la telaraña del devenir, en su eléctrica zona. El devenir está tejido de orden y desorden, de cosmos y caos. Avanzamos y retrocedemos. Cada paso que damos hacia una nueva forma organizativa se consigue desde la estructura lograda en el peldaño anterior, como consumación de lo ya alcanzado. Y en este temblor de ondas el hombre ('ser de un día') surge brevemente, y de inmediato, se pierde: obligado por esa proclividad suya a regresar a estadios previos, y por avanzar hacia un fin desconocido. Al cabo el resultado no difiere; cada momento del recorrido genera la totalidad del círculo, y el anillo acabará por cerrarse. Ouroboros: "El camino hacia arriba y el camino hacia abajo es el mismo camino".

Tercera Detención: ¿Puede usted identificar etapas en su desarrollo como “poeta”?
La conciencia, - que nos convierte en sujeto: 'uno mismo', y no otro-, se constituye en esa tensión dinámica entre el recuerdo y el olvido. Somos porque nos acordamos de/con lo que fuimos (así se cumple la máxima socrática del "conócete a ti mismo"), y seremos en tanto que hemos de olvidar lo que somos. La conciencia se constituye sobre la memoria, y es por ello que se hace cómplice tanto del pasado cuanto del porvenir (nos da a conocer la textura del tiempo, mostrándonos cómo lo nuevo emergió de lo pretérito). La temporalidad se convierte así en el telón de fondo de ese desenvol¬vimiento acumulativo. Si la memoria se evade, con ella se desvanecerá el tiempo. Tal vez, el infierno, de existir, sea el incesante proceso de rumiación de la experiencia vivida ("la memoria es la gran culpable en los infiernos", se lee en La vida de Milarepa), y el paraíso, por contra, el olvido. La conciencia: una irisación, un temblor de fuego que se apaga: "Soy un fue, y un será, y un es cansado".

Cuarta Detención: ¿Hasta qué punto el recuerdo (memoria) de hechos desagradables o tristes del pasado, han constituido un “infierno” para usted? ¿Qué rol ha jugado la Poesía en la superación de esa memoria negativa?

El Psicoanálisis nos ha hecho un poco resabiados, nos ha desvestido de inocencia, en cierta medida podemos afirmar que nos ha desterrado (otra vez más) del Edén. El Psicoanális¬is, ese saber para desconfiados, convierte al ser humano en marioneta movida por pulsiones tanáticas, por oscuras y dudosas fuerzas de intenciones inextricables que, desde el abismo del pasado, nos reclaman. (Regresar..., regresar: desnacer, rebobinar el film hasta plegarnos en la microscópica célula orgánica, en aquél ápice de ser del que partimos). Una y otra vez, merced a la memoria, desandamos el camino: el sexo que nos arrastra a su estado larvario, a la agónica dejación de cuanto somos (o soñamos ser), para poder ensayar la evocación amalgamada de lo que fuimos. Una y otra vez, el gozo in¬descifrable de la repetición ("la repetición es la única forma de permanencia que la naturaleza puede alcanzar" ). Volver hacia atrás nuestra mirada, remugar los instantes en que alcanzamos la felicidad (y que ahora nos devuelven su vaharada de dicha tibia: igual, pero distinta). Y de nuevo abandonarse al oleaje del incesante mar, con su voz magmática de sirenas dulcísimas. Los momentos perfectos, y los terribles; precipitarse a la humedad de unos labios, al agua fría -que abrasa- del manantial, la voz adentro de madre, el sudor rutilante de las mulas en las eras, el perfume anisado del hinojo en los dedos, la retama encendida, la honda arcilla aquella de la infancia después de la tormenta..., y naufragar, y orillarse en el confín de arena y sueño de esa turba donde se adormece la conciencia.

Ejercicio poético: Escriba un texto poético utilizando una o más de las siguientes ideas:
• Mis resabios.
• Esa inocencia.
• El destierro.
• Desandar el camino.
• Lo que fuimos.
• La repetición incesante.
• Volver hacia atrás la mirada.
• Los instantes en que alcanzamos la felicidad.
• Los momentos perfectos.
• Los momentos terribles.
• Cuando se adormece la conciencia.

miércoles, 26 de octubre de 2011

LA EXPRESIVIDAD.


Las diferencias que existen entre los textos poéticos y los textos en prosa no son únicamente formales. La poesía es algo más que un discurso organizado en base a cierta cantidad de criterios morfológicos, como la versificación, la rima, las figuras literarias y los ritmos.

¿Qué es la poesía? (Comente su opinión con el grupo taller)

Tales criterios (versificación, rima, figuras literarias, ritmos) intervienen en distintos grados, pero no bastan para caracterizar la naturaleza «poética» de un discurso. Esta singular especificidad exige prestar atención no sólo a la materia verbal de que está constituido el mensaje, sino también a ciertas estructuras más profundas.

El poeta y crítico francés Paul Valéry dice que el estudio de este proceso debería investigar:
a) «los efectos propiamente literarios del lenguaje»,
b) «las invenciones expresivas y sugestivas que se han hecho para aumentar el poder y la penetración de la palabra».
Por tanto, el estudio de la «poeticidad» de un texto requiere, en primer lugar, establecer, clasificar y evaluar sus elementos expresivos.

¿Qué elementos utiliza usted para dar expresividad a su poesía? (Compártalo con su grupo taller)

Casi todos los actos lingüísticos (conversación, discurso, poema, etc.) acontecen en una determinada situación afectiva y manifiestan una emoción más o menos intensa. Los elementos afectivos se reflejan de algún modo en el lenguaje, y la descripción de tales elementos invita especialmente a buscar el valor expresivo de ciertos sonidos y de sus combinaciones.

¿En qué circunstancias suele escribir usted? (converse con sus compañeros de taller)

De hecho, la materia fónica (los sonidos de las palabras por separado y también en conjunto) ofrece un notable caudal de posibilidades expresivas, y todas las lenguas poseen palabras pintorescas, que presentan una forma curiosa y hasta grotesca. Los dialectos , los refranes y las jergas populares son en este sentido una mina inagotable de enseñanzas.

Particularmente notables en este campo de investigación son los procedimientos rítmicos, ya que el ritmo se aplica a la sustancia lingüística y agrupa varios acentos y articulaciones del discurso, asociándolos en una síntesis calculada para el oído. Igualmente expresivas son las figuras retóricas, que combinan con arte consonantes y vocales, como las aliteraciones o repeticiones del mismo fonema en la misma palabra o en el mismo enunciado, las paronomasias que enfrentan en una misma frase vocablos fonéticamente parecidos (ejemplo: compañía de dos, compañía de Dios) y las paradojas del tipo que muero porque no muero.

Es preciso tener presente, sin embargo, que la expresividad del discurso no es un fenómeno de la lengua como sistema abstracto de signos y de las reglas que gobiernan la combinación de los signos. La lengua en sí ofrece un rico arsenal de elementos fónicos y significantes; pero el caudal expresivo de ese acervo lingüístico es puramente potencial y debe ser actualizado en el discurso.

Tomados aisladamente, los signos lingüísticos (las palabras) tienen un significado virtual y no se refieren a una realidad determinada. Si buscamos una palabra en el diccionario, puede sorprendernos la pluralidad de sus significados.

Ejercicio: Busque en su Diccionario las siguientes palabras y lea sus diferentes acepciones: persona, espíritu, universo, estrella, saber.

La actualización de un significado con exclusión de los demás la realiza el hablante en un enunciado concreto. Si alguien dice, por ejemplo, ¡Qué alegría!, su exclamación puede expresar alegría o asumir, según el contexto, un tono sarcástico o irónico.

Cabe notar asimismo, que si un poeta intenta explorar los resortes secretos de la lengua y llevar hasta el extremo el ámbito de su libertad creadora, se encuentra siempre con un límite: el lenguaje que utiliza no debe perder su valor comunicativo. Las convenciones del discurso poético pueden ampliar e incluso modificar parcialmente las normas válidas para generar sentencias en el lenguaje funcional. Pero si el poeta quiere alcanzar para su obra una validez social, si quiere ser entendido –aunque sea sólo por una minoría– debe crear su propio modo de expresión dentro de las posibilidades que le ofrece la lengua.

Razones de eufonía pueden llevarlo a ordenar los signos de manera inusitada o a ensayar nuevas distribuciones; la búsqueda de un determinado efecto puede ampliar la significación del signo o difuminar sus límites para hacerlo ambiguo. Pero la libertad del poeta nunca llega hasta el extremo de alterar por completo el valor que tienen las palabras en el sistema funcional del que las ha tomado.

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.
1) Identifique los elementos expresivos de un poema de Charles Péguy.
2) Los Salmos, como la poesía lírica en general, expresan una notable variedad de sentimientos. Busque en el Salterio textos que expresen: gozo, gratitud, confianza, dolor, arrepentimiento, indignación, humildad, esperanza, ternura, admiración, amargura, etc.
3) Trate de identificar las formas literarias utilizadas por los salmistas para expresar tales sentimientos.

viernes, 16 de septiembre de 2011

GUÍA PARA COMENTAR UN TEXTO POÉTICO.


El poeta es el verdadero hacedor del poema, más allá del autor real al que remite el poema. No será, pues, Juan Ramón, quien escriba, sino el poeta. Pretende comunicar una sensación, un estado de ánimo, el mismo que a él le llevó a realizar el poema.

En un comentario poético se deberían tratar los siguientes aspectos:
A.- Estructura externa
B.- Estructura interna
C.- Lenguaje poético

A.- ESTRUCTURA EXTERNA.
Generalmente, el poema se presentará en verso. Hay, también, poemas en prosa. El primer cometido será el análisis del metro, con la inclusión de un comentario sobre todos los aspectos métricos: versos, pausas, acentos, rimas y estrofas. Se tendrá en cuenta que algunos poemas no presentan una métrica tradicional, sino el verso libre, el cual no responde a ninguno de esos parámetros. Conviene ir con cautela, pues en algunos autores, como Juan Ramón Jiménez, Cernuda, Pablo Neruda o César Vallejo, nos encontramos con versos libres, con métrica tradicional y con la mezcla de ambos. El verso libre es una forma característica de la poesía del Siglo XX. Fueron estos poetas quienes dieron ese paso, a veces de forma clara y decidida, otras como una prueba.

En el verso, se indicará el nombre, clasificación y origen. Por ejemplo: “el verso alejandrino es un verso de arte mayor, compuesto por dos hemistiquios heptasílabos, de origen medieval. Fue utilizado por el llamado Mester de Clerecía, en el Libro de Alexandre, obra anónima del siglo XIII, de donde recibió el nombre”

Las pausas finales son las que marcan verdaderamente el verso. El elemento más atractivo, para el comentario, es la presencia de encabalgamientos, motivados por múltiples causas, según el autor y poema. No se suele atender a los ritmos acentuales en el poema, aunque sea el elemento primordial del mismo.

En la rima se hará constar su tipo (asonante o consonante) y su esquema, respetando las convenciones más extendidas: identificar la misma rima con la misma letra, mayúscula o minúscula según sean los versos de arte mayor o menor; y señalando con un guión los versos sueltos. No estaría de más señalar los fonemas que forman la rima en cada caso, si no son muy abundantes.

Finalmente, se comentará la estrofa. En una formulación tradicional puede presentarse como: soneto, romance, cuartetos, serventesios, décimas, etc.; pero a partir del Modernismo, aparecen esquemas métricos novedosos, que no responden a un esquema fijo sino a la libre creación del poeta.

B.- ESTRUCTURA INTERNA.
En la estructura interna se reflejarán los diversos apartados en que podríamos dividir el "contenido" del poema. Ello supone adelantar, en parte, el significado del poema, pues el "contenido" probablemente tiene mucho más relación con estas cuestiones formales que con las puramente significativas. En otras palabras, si es Literatura lo es por la forma externa que ha querido darle el poeta y por la organización de sus materiales lingüísticos y no porque su significado sea poético por sí mismo.

Hay que tener en cuenta que la estructura interna guarda relación, en muchas ocasiones, con la externa. La división en determinadas estrofas puede indicar una división significativa. Así ocurre generalmente con el Romancero gitano de Federico García Lorca. Por otro lado, la estructura interna puede hallarse determinada en otras ocasiones por la utilización de unos recursos expresivos diferentes en cada una de sus partes.

C.- LENGUAJE POÉTICO.
El análisis del lenguaje poético es el apartado más arduo de elaborar. Presenta múltiples rasgos y es difícilmente delimitable, por cuanto los recursos son muy variables, incluso en diferentes poemas de un mismo libro. Además, conviene ir aunando estos rasgos con la estructura externa y con sus valores significativos, pues una enumeración de elementos poéticos sin valor significativo carece de todo interés. (Ejemplo: "el texto presenta muchas metáforas, repeticiones y aliteraciones".)

Esa explicación tampoco consiste en definir las figuras (Ejemplo: "la aliteración es la repetición de fonemas") Para realizar un buen comentario se debe evitar estas listas y explicaciones que no aportan nada sobre el texto. Habrá siempre que buscar su valor poético.

Radicará en el uso de figuras literarias y en el valor expresivo que aporten los materiales lingüísticos. En realidad no son dos aspectos distintos, sino que están funcionando en el mismo plano. La distinción es puramente metodológica.

Sin pretender la exhaustividad, se puede apuntar algunos elementos que tal vez sirvan de guía, teniendo en cuenta que no todos aparecerán en un determinado poema. Cada uno impondrá el orden en que se comentan estos materiales.

a) Fonología.
El principal recurso fonológico que presenta el texto ya ha sido abordado en la estructura externa, pues todos los elementos métricos son fonológicos.

La aliteración tiene valores expresivos muy alejados según los casos, dependiendo de los sonidos que se repitan.

b) Morfología.
La lengua ofrece múltiples posibilidades expresivas. Sólo aparecerán aquí aquellas que pueden ser más productivas.

- El sustantivo: Los valores expresivos del sustantivo radican más en su significado que en sus aspectos morfológicos. Tal vez, el único aspecto morfológico interesante es la presencia de morfemas apreciativos: diminutivos, aumentativos y despectivos. En todos ellos, suelen primar los valores afectivos sobre los verdaderamente denotativos, de tal forma que el autor no aumenta o disminuye magnitudes, sino que manifiesta su subjetividad hacia las realidades a las que alude el sustantivo.

- El adjetivo: Debe ser tenido muy en cuenta pues sus posibilidades son muy variadas. Aumentan según sea su función y frecuencia: desde el adjetivo con función de atributo al grupo de adjetivos epítetos alrededor del nombre. Cela muestra toda su ternura y toda su ironía a través de la disposición binaria/ternaria de los adjetivos en torno al sustantivo. Su colocación respecto al nombre es muy variable: los adjetivos especificativos suelen posponerse al sustantivo, mientras que los explicativos se anteponen. Otro criterio muy a tener en cuenta es que los adjetivos valorativos se anteponen, mientras que los objetivos se posponen.

- El verbo: Los valores modales, aspectuales y temporales que el verbo ofrece son muy utilizados por casi todos los poetas. Así, Lorca, en su Romancero Gitano, utiliza el mismo sistema verbal que el romancero viejo, donde se priman los valores aspectuales del verbo (imperfectivo/perfectivo) en detrimento de los valores temporales. Igualmente expresiva es la oposición Indicativo/Subjuntivo en La realidad o el deseo de Cernuda.

- Determinantes y pronombres: Se unen generalmente al verbo para mostrarnos las personas gramaticales. La lírica muestra la subjetividad de un "yo" y puede ir dirigida a una segunda persona, bien concreta (en los poemas amorosos), bien representación del lector, o a una colectividad. Blas de Otero, en Ansia, pasa del yo al nosotros para manifestar un cambio en la concepción de su poesía.

c) Sintaxis.
Los recursos sintácticos más frecuentes son: paralelismo (a veces acompañado de repetición), hipérbaton, asíndeton y polisíndeton. Los tres últimos son recursos escasos en la poesía del siglo XX. Por ello mismo, su aparición es muy significativa. El paralelismo supone un detenimiento lírico y temporal, a veces en acciones o sentimientos que se repiten.

d) Semántica.
La mayor complejidad de los textos poéticos podría radicar en que predominan los valores connotativos frente a los denotativos. Remiten a determinados temas que suelen ser constantes en cada poeta, traspasando en muchas ocasiones un libro y abarcando la obra entera del poeta y hasta toda una época literaria.

Generalmente, no afectan solamente a una palabra, sino a un grupo de ellas que mantienen una estrecha relación significativa. Estas reiteraciones léxico-semánticas van referidas a significados "clave" que es necesario comentar. Machado insiste en ciertos elementos como la tarde, la infancia, el recuerdo, las galerías, etc. Neruda, en los elementos telúricos. Abril, de Luis Rosales, lleva un título significativo por sí mismo.

Las figuras literarias referidas al plano semántico son muy numerosas:

1) Figuras de pensamiento.
La personificación o prosopopeya generalmente le sirve al poeta para trasladar sus sentimientos a todas las cosas. Aunque no muy presente en los textos poéticos elegidos, hay dos figuras contrarias: cosificación y animalización: ambas se pueden rastrear en los Poemas humanos de Vallejo; están muy frecuentes, con otra intención, en el estilo esperpéntico que utilizan Valle-Inclán y Cela en sus respectivas obras. En estos casos, se trata de rebajar la dignidad de los personajes; en Vallejo, se parte de esa degradación del ser humano para aceptarla casi con alegría.

La antítesis representa el contraste de ideas o pasiones (amor/odio, realidad/deseo). Al ser la visión del poeta una visión subjetiva, es muy frecuente que se vea alterada, sobredimensionada, entonces aparecerá la hipérbole.

2) Tropos
El uso y la renovación expresiva de la metáfora es probablemente el rasgo más característico de la poesía del Siglo XX. Arranca en el Modernismo para pasar a la depuración expresiva de Juan Ramón Jiménez y llegar a la culminación con la Generación del 27. Siempre pone en estrechísima relación dos términos (real e imaginario), de donde proviene toda su fuerza expresiva.

En el Modernismo la metáfora aparece vinculada con la sinestesia. En otras ocasiones, se podría establecer relación con el símbolo. No podía ser de otra forma, pues el Simbolismo francés es una de las fuentes de donde se nutre nuestro Modernismo (hispanoamericano). También en relación con la metáfora, aparece el símil o comparación, que mantiene el deslinde entre los dos elementos puestos en relación.

La metonimia establece la relación entre el todo y la parte o viceversa. Plantea cambios significativos importantes, al reducir o ampliar la caracterización semántica de las realidades a las que se refiere.


Bibliografía:
- Literatura Española del Siglo XX, Comentario de un Texto poético, Valores formales http://mimosa.pntic.mec.es/ajuan3/lengua/compoe.htm

VOCABULARIO.

Gramática: Ciencia que estudia los elementos de una lengua y sus combinaciones.

Retórica: Arte de bien decir, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover. / Teoría de la composición literaria y de la expresión hablada.

Fonología: Rama de la lingüística que estudia los elementos fónicos, atendiendo a su valor distintivo y funcional.

Morfología: Parte de la gramática que se ocupa de la estructura de las palabras.

Sintaxis: Parte de la gramática que enseña a coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y expresar conceptos.

Léxico: Vocabulario, conjunto de las palabras de un idioma, o de las que pertenecen al uso de una región, a una actividad determinada, a un campo semántico dado, etc.

Semántica: Perteneciente o relativo a la significación de las palabras. / Estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones, desde un punto de vista sincrónico o diacrónico.

Morfema: Unidad mínima significativa del análisis gramatical; por ejemplo: de, no, yo, le, el libro, cant-ar, casa-s, cas-ero.

Pronombre: Clase de palabras que hace las veces del sustantivo.

Despectivo: Dicho de una palabra o de un sufijo: Que manifiesta idea de menosprecio en la significación del positivo del que procede; por ejemplo: carca, libraco, villorrio, poetastro, calducho.

Determinante: Que determina.

Connotar: Dicho de una palabra: Conllevar, además de su significado propio o específico, otro de tipo expresivo o apelativo.

Denotar: Dicho de una palabra o de una expresión: Significar objetivamente. Se opone a connotar.

Aliteración: Figura que, mediante la repetición de fonemas, sobre todo consonánticos, contribuye a la estructura o expresividad del verso.
"estaba tan embebido
tan absorto y enajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
y el espíritu dotado
de un entender no entiendo
toda ciencia trascendiendo"
San Juan de la Cruz

Hipérbaton: Figura de construcción, consistente en invertir el orden que en el discurso tienen habitualmente las palabras.
"del salón en el ángulo oscuro
de su dueña tal vez olvidada
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa"
Gustavo Adolfo Becquer, Rimas VII

Asíndeton: Figura que consiste en omitir las conjunciones para dar viveza o energía al concepto.
"acude, corre, vuela
traspasa la alta sierra, ocupa el llano
no perdones la espuela

no des paz a la mano
menea fulminando el hierro insano"
Fray Luis de León, Siglo XVI

Polisíndeton: Figura que consiste en emplear repetidamente las conjunciones para dar fuerza o energía a la expresión de los conceptos.

Prosopopeya: Figura que consiste en atribuir a las cosas inanimadas o abstractas, acciones y cualidades propias de seres animados, o a los seres irracionales las del hombre.
“Palomas de los valles, prestadme vuestro arrullo;
prestadme, claras fuentes, vuestro gentil rumor;
prestadme, amenos bosques, vuestro feliz murmullo,
y cantaré a par vuestro la gloria del Señor.”
Zorrilla

Antítesis: Figura que consiste en contraponer una frase o una palabra a otra de significación contraria.
“Es tan corto el amor y tan largo el olvido...”
Pablo Neruda

Hipérbole: Figura que consiste en aumentar o disminuir excesivamente aquello de que se habla. / Exageración de una circunstancia, relato o noticia.
“Tanto dolor se agrupa en mi costado que,
por doler me duele hasta el aliento.”
Miguel Hernández

Tropo: Empleo de las palabras en sentido distinto del que propiamente les corresponde, pero que tiene con este alguna conexión, correspondencia o semejanza. El tropo comprende la sinécdoque, la metonimia y la metáfora en todas sus variedades.

Sinestesia: Tropo que consiste en unir dos imágenes o sensaciones procedentes de diferentes dominios sensoriales. Soledad sonora. Verde chillón.
“Dos cosas despertaron mis antojos
extranjeras no al alma, a los sentidos:
Marino, gran pintor de los oídos,
y Rubens, gran poeta de los ojos…”
Lope de Vega

Metonimia: Tropo que consiste en designar algo con el nombre de otra cosa tomando el efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la cosa significada, etc.; por ejemplo: las canas por la vejez; leer a Virgilio, por leer las obras de Virgilio; el laurel por la gloria, etc.
"La más bella niña
de nuestro lugar
hoy viuda y sola
ayer por casar
viendo que sus ojos a la guerra van
a su madre dice
que escucha su mal
dejadme llorar
orillas del mar"
Luis de Góngora


Bibliografía:
- Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en línea; http://www.rae.es/rae.html

miércoles, 6 de julio de 2011

TEMAS RECURRENTES EN LITERATURA.

Identifique estos autores latinoamericanos y sus temas preponderantes.

¿Cuáles son los temas de las obras literarias? Si quisiéramos responder esta pregunta tendríamos que hacerlo de una manera muy general y decir que la preocupación por el hombre y sus problemas es el interés común de todas las obras. Así, al menos lo entendió Terencio:

Homo sum: humani nihil alienum puto
En su Cancionero y romancero de ausencias, Miguel Hernández resumió la esencia de la problemática humana y, por tanto, de la temática literaria en tres grandes áreas de interés:

Llegó con tres heridas,
La del amor, la de la muerte, la de la vida.
Con tres heridas viene,
La de la vida, la del amor, la de la muerte.
Con tres heridas yo,
La de la muerte, la de la vida, la del amor.

Las tres heridas que siente Miguel Hernández son las que siente el ser humano. A ellas quizás solo faltara añadir la herida provocada por el propio quehacer artístico, la metaliteratura, tema muy característico en el siglo XX, pero no sólo en él. En cualquier caso, sería bueno que intentásemos descomponer esos grandes temas en otros algo más concretos

1. El tema épico-caballeresco.-
Cuando surgen las sociedades humanas, los estados, surgen también las literaturas nacionales y, con ellas, aparece el tema épico. Las obras épicas y caballerescas relatan las hazañas guerreras de héroes que, en muchas ocasiones, representan lo mejor de la nación (así en La Iliada, en la Chanson de Roland, en La Araucana de Ercilla, en el Martín Fierro de José Hernández, o en el western estadounidense, que sigue los principios básicos del relato épico). Los protagonistas de la épica suelen representar las mejores virtudes que se quieren para la nación incipiente: aristócratas, inteligentes, fuertes, hábiles, puros, etc.

Hombre soy: pienso que nada de lo humano me es ajeno.
José Mª González-Serna Sánchez

2. El tema del amor.-
¿Todos los libros tratan de amor? Pues casi todos –o una buena parte-, bien sea amor filial, fraterno, humano o divino, el erotismo, la filantropía... Hay mil formas de amor, escribió Ovidio en su Ars amandi. Si nos centramos en el amor entendido como relación sexual, más o menos explícita, pueden entreverse a lo largo de la historia dos variantes principales:
a) Un amor idealizado en el que el objetivo de los amantes, aparentemente, no es la relación sexual en sí, sino más bien un contacto espiritual. Se aman almas, más que cuerpos.
b) Un amor marcado más por la pasión, en el que el objetivo manifiesto de los amantes –o de uno de ellos- es la relación sexual.

3. El tema moral.-
La discusión sobre lo que está bien y lo que está mal en cada situación acompaña al hombre desde siempre, desde el Código de Hammurabi a La peste de Albert Camus, ya sea intentando dar o fijar respuestas concretas a problemas concretos, ya sea reflexionando sobre los propios conceptos de bondad y maldad.

4. Religión y muerte.-
Gilgamesh buscó la inmortalidad, Ulises navegó hasta el Hades por indicación de Circe, Dante circuló por Cielo, Purgatorio e Infiern; Manrique se consoló de la muerte de su padre al convencerse de que había ganado la vida de la fama y la eterna, vivimos en un valle de lágrimas; Percebal busca el Grial para que Arturo pueda vencer a la muerte; Mordred, Fausto y Dorian Gray pactan la eterna juventud; Heidegger afirma que nacemos para morir y Unamuno entiende, al igual que Calderón, que la vida es poco más que un sueño...

El tiempo, la muerte y la religión como intento de justificarla o evitarla están presentes en todos los períodos de la historia de la literatura porque es otra de las preocupaciones constantes del ser humano. Y el tiempo pasa y a todos nos espera la Muerte en Ispahán.

5. La sociedad.-
El hombre vive en sociedad, y de las relaciones que establece con ella beben gran parte de obras a lo largo de la historia. En principio podemos partir de dos perspectivas contrapuestas; por un lado la que defiende la maldad del ser humano:
Homo homini lupus est

Y frente a ella el planteamiento de Rousseau, defensor de la bondad natural de los seres humanos. Aparte de lo anterior, los autores literarios se han empeñado en retratar sociedades. Estas sociedades y las peculiaridades que las caracterizan en muchos casos son reales y nos son propuestas como modelos positivos (la Unión Soviética del realismo socialista, por ejemplo) o negativos (como la España que aparece en el Quijote o la Inglaterra de Dickens). Pero a veces, la literatura nos ofrece sociedades imaginarias sobre las que se proyectan determinados problemas concretos (así lo encontramos, por ejemplo, en la literatura de ciencia ficción) o bien proyectos de sociedades ideales, como es el caso de las utopías.

6. La literatura como tema.-
La creación literaria es otro tema recurrente en literatura que podemos rastrear a lo largo de la historia. Los escritores han sentido la necesidad de definir lo que ellos entienden por literatura o por algún aspecto vinculado a ella. Los poetas de clerecía definieron y defendieron su modelo estrófico:


Mester traigo fermoso, non es de juglaría,
Mester traigo sin pecado, ca es de clerecía,
Fablar curso rimado, por la cuaderna vía,
A sílabas cuntadas, ca es gran maestría.

En el Barroco, Lope de Vega nos demuestra lo fácil que componer un soneto:

Un soneto me manda hacer Violante,
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto,
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante
y estoy a la mitad de otro cuarteto,
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo y aun sospecho
que voy los trece versos acabando:
contad si son catorce y está hecho.


Fernando Pessoa nos dice que la literatura es mentira:
El poeta es un fingidor,
Que finge tan completamente,
Que llega a sentir el dolor,
Dolor que de veras siente.

Borges escribe un relato en el que su protagonista, Pierre Menard, quiere escribir el Quijote, pero sin copiar el de Cervantes, quiere escribir otro Quijote que sea igual y diferente, quiere sentir lo que sintió, vivir lo que vivió Cervantes para poder componer su obra.

PARA TRABAJAR EN EL TALLER.
1. Escoja al azar de algún libro o publicación, cada integrante del taller, un poema.
2. Cada uno lea en voz alta, concentradamente, el poema.
3. Identifique el tema, forma y contenido del poema escogido.
4. Identifique en su propia producción poética, los temas abordados; haga una estadística aproximada y luego saque conclusiones.
5. Escriba un texto metapoético.

domingo, 3 de julio de 2011

ANALICEMOS UN POEMA DE UNAMUNO.


MUERTE

Eres sueño de un Dios; cuando despierte
¿Al seno tornaras del que surgiste?
¿Serás al cabo lo que un día fuiste?
¿Parto de deshacer será tu muerte?
¿Él sueño nace en la vigilia inerte?
Por dicha aquí el misterio nos asiste;
Para remedio de la vida triste,
Secreto inquebrantable es nuestra suerte.
Deja en la niebla hundido tu futuro
Y ve tranquilo a dar tu último paso,
Que cuanto menos luz, vas más seguro.
¿Aurora de otro mundo es nuestro ocaso?
Sueña, alma mía, en tu sendero oscuro:
¡Morir…dormir…dormir…soñar acaso!

Vocabulario.
Vigilia: estar despierto en la noche
Inquebrantable: algo que no se quiebra
Surgiste: te levantaste desde abajo
Inerte: algo que no se mueve
Dicha: felicidad
Ocaso: el anochecer, el caer del sol
Sendero: el camino

Comentario de Patricia Montoya: Pequeña incertidumbre del poeta. Tiene muchas dudas. La muerte es la experiencia más segura del ser humano. Somos para Dios, ya que “Eres sueño de Dios”. Muchas veces la persona prefiere morir para no llevar una vida de dolor (“Para remedio de la vida triste”). Dejando claro que Dios es nuestro Dueño, puede comparar la muerte con el sueño, ya que nadie ha regresado de la muerte. La “Aurora” es el camino hacia lo Divino o más allá de la muerte. ¿Qué vamos a determinar después de la muerte? Nada, pues todo ya está determinado.

Comentario de Carlos Eduardo Saa: La forma es de un soneto. El fondo: La muerte provoca interrogantes anímicas al hablante. Se pregunta si la muerte es otra vida y no la nada. ¿Vivió antes de nacer? “¿Serás acaso lo que un día fuiste? O si es sueño de un Dios, sueño real por ser divino, y en ese sueño vive y muere el hombre.
El hablante ¿duda? Pero se entrega con fe al sueño divino: la muerte; “Deja en la niebla hundido tu futuro / y ve tranquilo a dar tu último paso”.
El texto expresa las interrogantes de Unamuno sobre la religión cristiana, en el contexto tiempo y cultura, que vivió el autor.

Comentario de Iván Tapia: Cinco preguntas contiene este poema, acerca de la muerte. Cada una expresa una duda y una posibilidad de explicación. La clave exegética está en el verso central, el octavo: “secreto inquebrantable es nuestra muerte”. Desde esa perspectiva, el hablante propone entender y vivir la existencia como un sueño de Dios, en que ésta es un “sendero oscuro”. Así es que vayamos tranquilos hacia la muerte, que es el despertar de Dios.

jueves, 16 de junio de 2011

LA LÍRICA.


El género lírico es aquél en que el autor expresa sus sentimientos o su visión de la realidad.

Características de los textos líricos.
1. Discurso muy subjetivo, producto de la interiorización, por lo que en ellos predomina la función expresiva, además de la poética.

2. No desarrollan una historia, frente a la narrativa y el drama. Su contenido es la expresión de los sentimientos, las emociones, las ideas... de una voz poética (yo poético), perteneciente a la ficción, que no se debe identificar con el autor.

3. Brevedad. Normalmente se centran en un solo aspecto y en general son breves, lo que posibilita la acumulación de recursos expresivos.

4. Finalidad estética. El poeta busca no sólo transmitir sus pensamientos y estado de ánimo, sino hacerlo con belleza.

5. Lenguaje elaborado. La lengua que se utiliza para trasladar las emociones al texto está llena de imágenes, con las que el lector puede acercarse a las emociones del autor.

6. Musicalidad. El poeta fija su atención en conseguir por distintos medios (el ritmo, la rima...) el efecto musical que desea.

7. La poesía lírica exige una lectura detenida, reflexiva, una actitud abierta del receptor para compartir las sensaciones y sentimientos de otro ser humano que es el poeta. Además es interesante hacer una lectura en voz alta, pues nos permite disfrutar de los efectos sonoros que posee el texto.

8. El emisor del texto lírico es el yo poético que enuncia el mensaje; puede estar explícito a través de pronombres personales o posesivos de primera persona o de las formas verbales también en primera persona. A veces aparece un tú receptor que se manifiesta asimismo mediante pronombres personales, posesivos y las formas verbales correspondientes.

9. La forma del mensaje lírico y su contenido son dos aspectos inseparables: la forma es la expresión del contenido, o sea, es significativa. Si un contenido fuese expresado con otra forma, se alteraría su valor.

10. Conviene recordar que en el lenguaje poético se manifiestan en grado máximo las características generales de la lengua literaria: intensificación de los procedimientos expresivos, desvío o búsqueda del asombro expresivo, connotación , polisemia y literalidad .

Temas.
Son muy variados. La inquietud por los problemas sociales y políticos, y el compromiso manifestado en los versos constituyen la denominada poesía comprometida. Un ejemplo de este tipo de poesía es la obra de Blas de Otero.

También aparece con frecuencia el amor, que es motivo permanente de la poesía de cualquier época. Otros muchos temas como la soledad, la muerte, la contemplación del paisaje, el mundo de los recuerdos, etc., han sido tratados por los poetas en sus versos. Hay una constante en la lírica desde la Antigüedad: la poesía de tema religioso o espiritual.

Principales subgéneros.
1. Canción popular
Sus temas son principalmente amorosos y religiosos, aunque abundan también versiones satíricas. Es característico el monólogo, pero puede incluir elementos dramáticos (diálogo). El vocabulario y la sintaxis se caracterizan por la sencillez. En la métrica predomina el arte menor.

2. Canción italiana
Aborda los mismos temas de la canción popular aunque en tono individualista y en general culto. Tiene una métrica establecida de cinco a diez estancias.

3. Égloga
Vida en el campo, situación edénica, tono nostálgico y melancólico. Temática amorosa. Diálogo incorporado de pastores. Métrica variada.

4. Himno
En la antigua Grecia, canto de alabanza a los dioses y a los héroes; contenía sentimientos e ideales religiosos, patrióticos, guerreros y políticos de una colectividad. Métrica variada.

5. Epigrama
Su tema inicial fue la alabanza, aunque ha ido incorporando de forma progresiva cualquier circunstancia con una salida sorprendente. Métrica variada.

6. Elegía
De temática diversa. Mezcla ingredientes tristes, melancólicos, plañideros, sentimentales, fúnebres... Su métrica es variada.

7. Oda
Se dedica a grandes personajes, paisajes hermosos o especulaciones contemplativas. Su métrica y su lenguaje son variados.


Poetas líricos del siglo XX.
Reino Unido
Dylan Thomas
JRR Tolkien
Robert Graves
Geoffrey Hill
Ted Hughes

Canadá
PK Page
George Bowering

Francia
Paul Éluard
Max Jacob
Paul Valéry
Blaise Cendrars

Alemania
Gottfried Benn
Paul Celan
Stefan George
Rainer Maria Rilke

Israel / Palestina
Yehuda Amijai
Leah Goldberg

Italia
Eugenio Montale
Giuseppe Ungaretti

Polonia
Czeslaw Milosz
Zbigniew Herbert
Wislawa Szymborska

Portugal
Fernando Pessoa

Brasil
Mário Quintana

Rusia
Alexander Blok
Anna Ajmátova
Marina Tsvetaeva
Osip Mandelstam
Vladimir Maiakovski
Sergei Yesenin

Nicaragua
Rubén Darío

España
Federico García Lorca
Antonio Machado
Miguel de Unamuno

Chile
Gabriela Mistral
Pablo Neruda

México
Octavio Paz

Turquía
Nazim Hikmet

Bengalí
Jibanananda Das
Shakti Chattopadhyay
Rabindranath Tagore


PARA TRABAJAR EN EL TALLER.
1. Lea, comente y analice algunos poemas de Miguel de Unamuno.
2. Observe de qué forma trata el problema religioso este autor español.
3. Investigue la métrica de los distintos géneros de la lírica.
4. Escriba un poema para uno de los géneros líricos.


sábado, 11 de junio de 2011

EL YO LÍRICO.


¿Qué entiende usted por yo lírico?

Se llama “yo lírico” o “yo poético” al sujeto poético mediante el cual el poeta habla en el poema. Es el que siente, padece y disfruta de todo lo que dice el texto. El yo lírico no siempre coincide con el autor material del poema, puesto que éste se desdobla en el hablante poético. El hablante o yo lírico es utilizado en la Lírica. Es un ser hecho de lenguaje, diferente al poeta, a través del cual este expresa sus sentimientos y emociones.

¿Podría dar algunos ejemplos de yo lírico?

Se puede identificar o no con el propio poeta, como podemos ver a continuación. En el primer ejemplo Jorge Luis Borges habla por medio de un poeta oriental inventado por él mismo; en cambio, en el segundo ejemplo, el yo lírico se puede identificar perfectamente con el propio Roger Wolfe.

Ejemplo 1: Yo lírico no identificable con el poeta

El poeta declara su nombradía
El círculo del cielo mide mi gloria,
las bibliotecas del Oriente se disputan mis versos,
los emires me buscan para llenarme de oro la boca,
los ángeles ya saben de memoria mi último zéjel.
Mis instrumentos de trabajo son la humillación y la angustia;
ojalá yo hubiera nacido muerto.

Del Diván de Abulcasím el Hadramí (siglo XII).
De: Jorge Luis Borges, El hacedor (1960)

Ejemplo 2: Yo lírico identificable con el poeta

Un día estás, al otro no
El humo cuelga en la estancia
como un chiste malo.
de familias rotas
desde los altavoces:
«La verdad es que sólo están contentos
cuando sienten dolor.
Por eso se casaron...»
¿Y yo? Yo no digo nada.
Apago el cigarro.
Otro día va a morir.

De: Roger Wolfe, Arde Babilonia (1994)

¿
Quién es el verdadero emisor del poema?

El emisor del texto lírico es el yo poético que enuncia el mensaje; puede estar explícito a través de pronombres personales o posesivos de primera persona o de las formas verbales también en primera persona. A veces aparece un tú receptor que se manifiesta asimismo mediante pronombres personales, posesivos y las formas verbales correspondientes.

martes, 5 de abril de 2011

ADJETIVOS EN LA POESÍA.


“Y la tierra estaba desordenada y vacía,

y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo,

y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas.”

Génesis 1:2

Encontré esta opinión de poeta en Internet:


“La poesía no es un estado de ánimo. Alguna vez le oí a Valdano decir aquello de “el fútbol es un estado de ánimo“. Lo sorprendente es que últimamente he oído cómo ampliaban la “sentencia” y metían en el paquete a la Poesía. La Poesía es un estado de ánimo, dicen, y yo me río. Cuando empecé a escribir, lo hacía por amor y competición, un pique que dicen, en definitiva, una tontería… Aquellos poemas eran (y son porque aún los guardo) una suerte de rimas y cacofonías varias que desprendían una amargura y una soledad tremenda. Quizás, esa poesía barata, de rima fácil y estúpida podría encuadrarse dentro de lo que llaman poesía del estado de ánimo; una poesía en la que destacaría por encima de todo el adjetivo, múltiple y carente de vida. Sin embargo, la Poesía no deja de ser un acto reflexivo -o debería, quién sabe- en la que finalmente poco puede quedar del estado de ánimo de su creación. Si por algo es importante, es por su subjetividad extrema y su capacidad de construcción. El resto viene sólo: la Poesía es un punto de vista, una mirada especial con la que el autor construye su propio mundo y lo cede al lector para que se apropie de él. Es quizás este razonamiento el que me lleve a pensar en una supremacía del sustantivo en la poesía; al fin y al cabo, los sustantivos, como portadores básicos de la idea, serían los ladrillos con los que construir el edificio.”


Un lector le responde así:


“Es imposible no estar de acuerdo con esto. Es decir, en técnica de poesía -estamos hablando de preferir sustantivos a adjetivos, aunque sea de una forma metafísica- es difícil sentar cátedra absoluta. Sin embargo, es evidente que tanto tú como yo estamos hartos de leer poemas llenos de adjetivos que, lejos de añadir algo al sustantivo al que acompañan, emborronan y ditraen la atención del espectador. Como dijo alguien -ya no me acuerdo muy bien de quién-, hay veces que lo bello o lo feo no pueden más que señalarse con el dedo y dejarle lo demás al que mira. Para nosotros, que nos parece que la poesía es, de una forma u otra, una forma de encontrarse con “lo absoluto” -póngasele el nombre que se quiera-, muchísimas veces no podremos hacer más que señalar lo que vemos. Muchas veces, y aquí hablo ya de mi experiencia escribiendo, ni siquiera sabría muy bien sustantivar lo que he visto detrás de mis poemas -o de los de otros-, así que mucho menos adjetivarlo. En ningún caso deberíamos convertir el adjetivo en un simple elemento esteticista: en la poesía nada es, o no debería serlo, superficial. Por tanto, aquí debería regir, siendo prácticos, un principio de utilidad y economía: si no añade nada, no lo uses. Si no sirve, no lo uses. Caso práctico: El Sur y la ceniza, de Pablo Moreno."


Vicente Huidobro, el insigne poeta chileno, fundador del “creacionismo”, apostrofa en su Arte Poética “el adjetivo, cuando no da vida, mata.” Leamos su texto:

ARTE POÉTICA.

Que el verso sea como una llave

Que abra mil puertas

Una hoja cae; algo pasa volando;

Cuanto miren los ojos creado sea,

Y el alma del oyente quede temblando.


Inventa mundos nuevos y cuida tu palabra;

El adjetivo, cuando no da vida, mata,

Estamos en el ciclo de los nervios,

El músculo cuelga,

Como recuerdo, en los museos;

Mas no por eso tenemos fuerza:

El vigor verdadero Reside en la cabeza.


Por qué cantáis la rosa, ¡Oh, poetas!

Hacedla florecer en el poema;

Sólo para nosotros

Viven todas las cosas bajo el sol.


El Poeta es un pequeño Dios.


Y el adjetivo, cuando no da vida, mata. ¿Qué quiso decir Huidobro en esta frase?


Alguien del ciberespacio sostiene esta opinión:


“Según el poeta chileno Vicente Huidobro, el adjetivo, cuando no da vida, mata. Mucha gente cree que esta advertencia rige sólo para los poetas. No, también rige para todo aquel que escribe o habla y aspira a tener un acierto en su comunicación. Estoy oyendo, temprano en mis mañanas, a través de una radio donde escucho un programa antes y otro después de éste, un programa deportivo al cual presentan hablando del “maravilloso mundo de los deportes”. Pienso, que aquí el adjetivo maravilloso está impropiamente utilizado. En mi pequeño Diccionario de Sinónimos y Antónimos aparecen como sinónimos de maravilloso los adjetivos portentoso, prodigioso, milagroso, asombroso, pasmoso, extraordinario, sorprendente, fantástico, sobrenatural. Ninguno de estos adjetivos, ciertamente, puede aplicarse ni al deporte ni al atletismo, actividades donde sólo triunfan los bien entrenados y los muy disciplinados. Innecesario es decir aquí, pero lo digo, que además del entrenamiento y la disciplina hace falta ciertas condiciones innatas que, muy tempranamente, descubren en los atletas los buscadores de talentos. Claro, que aun así, en este mundo de los deportes y el atletismo puede haber sorpresas. Pero nada que podamos calificar como sobrenatural, o fantástico, o extraordinario.”


En una entrevista al escritor Fernando Sorrentino, la periodista le pregunta “¿Descartás mucho?” y él responde:


“Bueno..., uso bastante la tijera. Si el cuento empezó con dos mil quinientas palabras -la computadora te permite contarlas muy fácilmente-, la última versión suele ser de unas mil ochocientas. Elimino el exceso de adjetivos y de adverbios. Hay un dicho infinitamente citado, un verso de Vicente Huidobro: "El adjetivo, cuando no da vida, mata". Efectivamente. Si el adjetivo es trivial y no le da una connotación precisa al sustantivo, perjudica porque cansa. Entonces es preferible eliminarlo. Lo mismo con el exceso de adverbios. La mayoría de las veces están de más. Por otra parte, los adverbios terminados en "mente" dan una sensación de prosa rimada que molesta: en español hay muchas palabras que terminan en "ente". No sólo adverbios, sino también sustantivos y adjetivos: ingrediente, potente... Conclusión: hay que evitar el exceso de ese tipo de palabras.”


Carlos Fajardo, un estudioso de la Literatura, comenta sobre las vanguardias y Huidobro:


“Las vanguardias estéticas y poéticas que, según Octavio Paz, son hijas de la edad crítica moderna, hunden sus orígenes en el siglo XIX cuando la duda y el desencanto hacia los llamados “Metarrelatos” modernos son puestos en cuestión por el romanticismo contestatario. “La historia de la poesía moderna, escribe Paz, -al menos la mitad de esa historia- es la fascinación que han experimentado los poetas por las construcciones de la razón crítica” (1986: 65).”


… “Sustentadas en el “Gran relato” moderno de la emancipación y en la idea de libertad, las vanguardias estéticas, tanto europeas como latinoamericanas, entran en el proyecto universalista y unitario de Occidente, tratando de influir y transformar los cánones no sólo artísticos, sino socio-políticos de su época. De estos postulados resulta su entusiasmo y su vigor, la explosión con la cual se manifestaron. Así, la idea de progreso no era extraña a sus compromisos. El convertir a la máquina -para el Futurismo- en “símbolo universal y en un principio espiritual de signo trascendente en la realidad social histórica” (Subirats 1984: 46), proclama ya un estado de optimismo y seguridad hacia una cierta estética cartesiana que impone la máquina como expresión máxima del poder humano sobre la naturaleza y como instrumento emancipador.”


… “En Latinoamérica, Vicente Huidobro, impulsor del Creacionismo, fue quizá uno de los más polémicos y entusiastas vanguardistas. Su obra abrió múltiples posibilidades de escritura experimental y le debemos su cosmopolitismo y búsqueda de otras aventuras poéticas. El poeta como “pequeño Dios”, expresa ya una de las críticas más fuertes al determinismo cultural y promete un proyecto de creación de la subjetividad autónoma y subversiva. Gran asimilador de la poesía caligramática de Apollinaire y de las propuestas dadaístas, Huidobro asume el rito de la poesía contestataria como experimento y juego. Su poema Arte Poética, por ejemplo, es quizás la mejor muestra de la petición de un poeta con fuerza vanguardista.”




LA FLOR
Al higo de la higuera un picotero
le comió el corazón;
y ahora, sin querer, el higo negro
se parece a una flor.
En la higuera me haré, después de muerto,
un higo blanco, amor;
y tú serás curruca o benteveo,
o calandria o pinzón.
Y ha de llegar el día que en el huerto
me verás bajo el sol,
y picarás y picarás mi pecho,
hasta hacerme una flor.

José B. Pedroni
Los poetas de Florida, Buenos Aires, CEAL, 1968.





LLORAR A LÁGRIMA VIVA. Llorar a chorros. Llorar la
digestión. Llorar el sueño. Llorar ante las puertas y
los puertos. Llorar de amabilidad y de amarillo.
Abrir las canillas, las compuertas del llanto.
Empaparnos el alma, la camiseta. Inundar las veredas
y los paseos, y salvarnos, a nado, de nuestro llanto.
Asistir a los cursos de antropología, llorando.
Festejar los cumpleaños familiares, llorando.
Atravesar el África, llorando.
Llorar como un cacuy, como un cocodrilo... si es
verdad que los cacuies y los cocodrilos no dejan
nunca de llorar.
Llorarlo todo, pero llorarlo bien. Llorarlo con la nariz,
con las rodillas. Llorarlo por el ombligo, por la boca.
Llorar de amor, de hastío, de alegría. Llorar de
frac, de flato, de flacura. Llorar improvisando,
de memoria. ¡Llorar todo el insomnio y todo el día!

Oliverio Girondo
Espantapájaros, Buenos Aires, CEAL, 1991.



PAZ
Vamos hacia los árboles... el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.
Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
No despiertes los pájaros que duermen.

Alfonsina Storni
(1892- 1938). Poetisa argentina de origen suizo. Autora de El dulce daño (1918),
Irremediablemente (1919), Languidez (1925), Ocre (1925), Mundo de siete pozos (1934), Mascarilla y trébol (1938).



EL NEGRO MAR

La noche morada sueña
sobre el mar;
la voz de los pescadores
mojada en el mar;
sale la luna chorreando
del mar.
El negro mar.
Por entre la noche un son
desemboca en la bahía;
por entre la noche un son.
Los barcos lo ven pasar,
por entre la noche un son,
encendiendo el agua fría.
Por entre la noche un son,
por entre la noche un son,
por entre la noche un son. . .
El negro mar.
–Ay, mi mulata de oro fino,
ay, mi mulata
de oro y plata,
con su amapola y su azahar,
al pie del mar hambriento y masculino,
al pie del mar.

Nicolás Guillén,
Sóngoro cosongo y otros poemas, Madrid, Alianza, 1998.

(1902-1989). Poeta cubano. Máximo representante de la poesía negra o afroantillana, en su vertiente de denuncia social y política. Algunas de sus obras son Motivos de son (1930), Sóngoro cosongo (1931), West Indies Ltd. (1934), El son entero (1947), La paloma de vuelo popular (1958), El gran zoo (1967), El diario que a diario (1972) y Por el mar de las Antillas anda un barco de papel (1977).



MECIENDO

El mar sus millares de olas
mece, divino.
Oyendo a los mares amantes,
mezo a mi niño.
El viento errabundo en la noche
mece los trigos.
Oyendo a los vientos amantes,
mezo a mi niño.
Dios Padre sus miles de mundos
mece sin ruido.
Sintiendo su mano en la sombra
mezo a mi niño

Gabriela Mistral, Antología poética, Castalia, 1997.

Seudónimo de Lucila Godoy (1889-1957). Poetisa y educadora chilena. Los temas predilectos de su poesía fueron la maternidad, el amor, la comunicación con la naturaleza, la muerte como destino y la religiosidad. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1945. Entre sus obras se destacan Desolación (1922), Ternura (1924), Tala (1938), Poemas de las madres (1950) y Lagar (1954).



SONETO LXVII

La gran lluvia del sur cae sobre Isla Negra
como una sola gota transparente y pesada,
el mar abre sus hojas frías y la recibe,
la tierra aprende el húmedo destino de una copa.
Alma mía, dame en tus besos el agua
salobre de estos mares, la miel del territorio,
la fragancia mojada por mil labios del cielo,
la paciencia sagrada del mar en el invierno.
Algo nos llama, todas las puertas se abren solas,
relata el agua un largo rumor a las ventanas,
crece el cielo hacia abajo tocando las raíces,
y así teje y desteje su red celeste el día
con tiempo, sal, susurros, crecimientos, caminos,
una mujer, un hombre, y el invierno en la tierra.

Pablo Neruda
Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Cien sonetos de amor, Barcelona, Plaza y Janés, 1998.



ABROJOS - XLIV
Amo los pálidos rostros
y las brunas cabelleras,
los ojos lánguidos y húmedos
propicios a la tristeza,
y las espaldas de nieve,
en donde, oscuras y gruesas,
caen, sedosas,
las gordas trenzas,
y donde el amor platónico
huye, baja la cabeza,
mientras, temblando, se mira
la carne rosada y fresca.

Rubén Darío
seudónimo de Félix Rubén García Sarmiento (1867-1916). Poeta nicaragüense. Fue el escritor en lengua castellana más influyente de su época al iniciar el modernismo en el continente americano. Entre sus obras se destacan Epístolas y poemas (1885), Azul (1888), Prosas profanas (1892), Los raros (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905). Rubén Darío, Obras completas, Madrid, Aguilar, 1971.