sábado, 28 de febrero de 2009

LUGARES COMUNES EN LA POESÍA, IDEAS Y PALABRAS TRILLADAS[1].

Iván Tapia

La producción de muchos poetas noveles (que comienzan a practicar un arte o una profesión, o tiene poca experiencia en ellos) es proclive a lo que se suele nombrar “lugares comunes”. El Diccionario de la RAE tipifica como “lugar común” a una “expresión trivial, o ya muy empleada en caso análogo.”

Son lugares comunes las palabras y frases que utilizamos a diario para distintas circunstancias, como por ejemplo: “buenos días”, “qué agrado conocerte”, “gracias a Dios”, “estoy cesante”, etc. Estas expresiones en sí mismas no son peligrosas, más bien constituyen trivialidad. Se puede hacer poesía buena a partir de lo cotidiano, si transmite una idea interesante y nueva.

El lenguaje que desarrollamos en nuestras comunicaciones personales, tanto orales como epistolares, entraña los sentimientos más íntimos y cumplen allí su función. Pero, a mi juicio, es muy arriesgado transferirlos a la literatura. O al menos intentar ponerlo en esa competencia. Una cosa es una carta de amor y otra una obra de arte, aún cuando la primera pudiese llegar a la maestría literaria. Amamos esas comunicaciones personales y a veces las exponemos y nos exponemos a la crítica. No hay lugar más común que un “te amo”, “lo eres todo para mí” o “mi corazón late por ti”. La frase “tú eres el hijo de mis entrañas” es irresistible.

El mayor peligro del “lugar común” está en la utilización de expresiones demasiado reiteradas en la poesía. No es que sean poco estéticas, sino que ya tuvieron su lucimiento en su época y volver a utilizarlas hoy día es inoperante en términos de contribución a la Literatura. No tiene sentido volver a decir “con labios rojos probó su miel”[2] y ocupar su “vocabulario poético”. Actualmente el horizonte de la poesía se ha ampliado y ya no se habla de palabras líricas y otras que no lo son.

Lugares comunes en la poesía son las flores, los sentimientos, los besos, el cabello de la mujer, las manos de los hombres, Helena de Troya o Romeo y Julieta. En este punto, el lugar común puede transformarse en cursilería (dicho de una cosa: que, con apariencia de elegancia o riqueza, es ridícula y de mal gusto).

Los temas en la Poesía son relativamente pocos: el amor, la vida, la muerte, la familia, Dios, la patria, la naturaleza y el paisaje urbano, más el propio quehacer del poeta. El desafío para el creativo está en hablar sobre las mismas cosas de una manera nueva. Por ejemplo cuando Nicanor Parra nos entrega su arte poética (Conjunto de principios o de reglas, explícitos o no, que observan un género literario o artístico, una escuela o un autor):

“Según los doctores de la ley este libro no debiera publicarse:
La palabra arco iris no aparece en él en ninguna parte,
Menos aún la palabra dolor,
La palabra torcuato.
Sillas y mesas sí que figuran a granel,
¡Ataúdes!, ¡útiles de escritorio!
Lo que me llena de orgullo
Porque, a mi modo de ver, el cielo se está cayendo a pedazos.”[3]

Otro buen ejemplo es el poema de amor, más bien una reflexión sobre el amor, de Gonzalo Rojas:

“¿Qué se ama cuando se ama, mi Dios: la luz terrible de la vidao la luz de la muerte? ¿Qué se busca, qué se halla, qué es eso: amor? ¿Quién es? ¿La mujer con su hondura, sus rosas, sus volcanes, o este sol colorado que es mi sangre furiosacuando entro en ella hasta las últimas raíces?”[4]

Ejercicio de Taller:
1. Subraye los “lugares comunes” que aparecen en texto poético de autor novel.
2. Reescriba la poesía, evitando lugares comunes.

[1] Trillado: común y sabido (RAE.)
[2] Rubén Darío, “Alaba los ojos negros de Julia”
[3] “Advertencia al lector”
[4] “¿Qué se ama cuando se ama?”


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